Tener confianza es aceptar, no sólo algunas de sus capacidades o virtudes, como su responsabilidad, sus conocimientos en matemáticas, lengua, francés...
Si sólo hubiera confianza en una de sus cualidades, esto sería lo contrario de la verdadera confianza. Es decir: toda parcialidad supone la negación de su totalidad, me recordaba siempre mi padre. Por lo tanto, no hay término medio en la confianza entre dos personas. ¡O se confía o no se confía!.
Los desconfiados dicen que su actitud se debe a sus malas experiencias. Esto no es algo natural, surge con el tiempo y la práctica de esta.
Spaemann citó en uno de sus textos una frase muy estrechamente relacionada con este tema: al que rehuye por principio confiar en los demás, no le queda más que un remedio: suicidarse.
En definitiva, si queremos vivir, debemos renunciar el deseo de ser dueños de todo: ¡tenemos que confiar en los demás!
Miguel F.
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